20 de Octubre 1961: Los Estudiantes Dominicanos Contra la Dictadura

La estatua de Trujillo colocada frente al Alma Mater
de la Universidad
La Rebelión Estudiantil que estremeció la Dictadura 

Por: Alejandro Paulino Ramos

Desde el 16 de agosto de 1930, el país se encontraba gobernado por una férrea dictadura. Habían transcurrido 30 años, cuando un grupo de dominicanos puso fin a la vida del dictador el 30 de mayo de 1961.

La dictadura, peligrosamente herida de muerte, siguió bajo control de los familiares del dictador Trujillo, especialmente de Ramfis Trujillo, quien junto al doctor Joaquín Balaguer, que le servía de testaferro, trataban de evitar el final de la larga tiranía.  

20 de octubre de 1961. Han pasado  60 años.  En esa fecha la juventud secundaria y universitaria escribió una de las epopeyas más impactantes en la historia política contra la dictadura de Trujillo, impulsando de manera definitiva las protestas en las calles de Santo Domingo, Santiago, San Francisco de Macorís y Salcedo, reclamando de manera definitiva , y fin de la tiranía de Trujillo: ese día, a costo de varios muertos y heridos, los estudiantes declararon la barriada de Ciudad Nueva, como “territorio Libre”.

Tres meses antes, desde el 10 de julio, los estudiantes de la Universidad de Santo Domingo, que todavía no era autónoma y era la única que existía en el país, habían iniciado la lucha por la autonomía, y de paso se enfrentaban a la Guardia Universitaria Trujillista. Todo apuntaba a la fundación de la Federación de Estudiantes Dominicanos  y al incremento de las movilizaciones contra los remanentes de la dictadura de Trujillo.

El 13 de julio los estudiantes efectuaron su primera manifestación anti trujillista, celebrada en la explanada de la Facultad de Medicina. En ella hablaron Antonio Hoepelman, Rafael Alburquerque, Asdrúbal Domínguez, Víctor Manuel Decamps, Antonio Isa Conde, Zaidita Lovatón, y  Eduardo Houellemont,  quienes plantearon las principales reivindicaciones del movimiento estudiantil, que eran la autonomía y el fuero universitario, así como la libertad de varios estudiantes, en especial del bachiller Rojas Fernández.

El 16 de octubre los estudiantes destruyeron, dentro del campus universitario, las fotografías y bustos de Trujillo y sus familiares, además de rechazar al doctor José Manuel Machado  como rector de la institución de educación superior. El día 17, como una forma de evitar las protestas estudiantiles contra los remanentes del gobierno de Trujillo,  las autoridades del anunciaron la suspensión de las actividades y la promesa de reabrir la Universidad el 7 de enero de 1962, lo que produjo un grave sentimiento de disgusto y frustración entre los estudiantes.

El presidente Joaquín Balaguer, quien junto a Ramfis Trujillo le daba  continuidad a la dictadura, justificó la medida con el argumento de que  ya el Poder Ejecutivo había sometido a la consideración en el Congreso Nacional un proyecto de ley encaminado a otorgar la  autonomía universitaria, pero ese anuncio no impidió el crecimiento de las protestas estudiantiles. Los incidentes se repitieron en la Universidad  el día 19 de octubre,  después de manifestaciones en las que fueron destruidos símbolos que recordaban al tirano. Esto provocó el cerco policial contra la Academia, conminando a la salida de los estudiantes del recinto universitario, que se habían concentrado en el campus. 

Facultad de Medicina Universidad de Santo Domingo

Los estudiantes procedieron a salir, pero movilizándose por las calles, se dirigieron al centro de la ciudad,  siendo dispersados por los uniformados. Los bachilleres se reagruparon y  tomaron el control el sector de Ciudad Nueva, declarándolo “territorio libre”, la tarde del jueves 19.

El 20 de octubre, el gobierno fue estremecido por el auge alcanzado por las luchas, cuando decenas de estudiantes tomaron el control  de la calle Espaillat y las más altas azoteas del barrio

Los protestantes, reforzados por escolares de los planteles públicos de los barrios, controlaron la calle Espaillat, mientras la policía intentaba desalojarlos, pero eran rechazados a pedradas  El viernes 20 de octubre la policía colocó alambradas en algunas calles, para impedir la solidaridad con los protestantes y  al caer la tarde, por orden del presidente Balaguer, procedieron a   tomar violentamente la zona en disputa, disparando contra los estudiantes, con un saldo trágico de diez muertos y 50 heridos. El periódico El Caribe, en una nota firmada por un periodista extranjero, se refirió al hecho de sangre: “Una atmosfera de tensa calma reinaba hoy en la capital, en momentos en que muchos de sus ciudadanos trataban de curarse sus heridas físicas y espirituales como consecuencia de la más atrevida y osada manifestación de resistencia contra  el Gobierno legado por el dictador Rafael L. Trujillo”.

La sangrienta represión ejercida contra jóvenes desarmados, que eran lanzados desde las azoteas por miembros de la fuerza del orden, desencadenó la protesta en todos los barrios de la Capital, siendo reprimidas por los militares, policías del gobierno, y las fuerzas de choque integradas por los “Paleros de  Balá”  y los “calieses” del Servicio de Inteligencia Militar que luego, la tarde del día 22, destruyeron el local del Movimiento Popular Dominicano. Entre los estudiantes asesinados en aquella dolorosa jornada por la libertad, se encontraron  Tirso Roldán Vargas Almonte, José Ignacio Matos y el obrero José Ignacio Cerda.

Estos acontecimientos provocaron la llegada de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, de la Organización de Estados Americanos (OEA), la mañana del 22 de octubre, con el fin de investigar las violaciones a los derechos humanos de las que se acusaba al gobierno de Balaguer. Ante la presencia de la Comisión y debido al auge de la represión policía, la oposición realizó nuevas y contundentes protestas, que concluyeron con la primera huelga nacional realizada para exigir la salida de los familiares de Trujillo y el fin de la dictadura, el 25 de octubre.  


La noche de aquel trágico día, el presidente  Balaguer, haciendo uso de su cruel  ironía y justificando la acción policial como una medida necesaria para imponer el orden y avanzar hacia la democracia , leyoo aquel discurso que ya forma parte de la historia, con el que felicitó la policía por el hecho de sangre cometido contra los jóvenes estudiantes: 

Discurso de Joaquin Balaguer del 23 de octubre 1961













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