LA TRINITARIA: SOCIEDAD SECRETA Y JUVENIL INDEPENDENTISTA
Por: Alejandro Paulino Ramos
(Conferencia auspiciada por la Comisión Permanente de Efémerides Patrias, Higuey, República Dominicana, 29 de febrero del 2008, como parte de la celebración del Mes de la Patria. En las fotos, 1) la entrada principal del Centro Universitario Regional del Este, CURE, en cuyo auditorio fue celebrado el evento, 2) La vivienda donde Duarte y sus compañeros fundaron La Trinitaria en 1838).
Quisiera comenzar refiriéndome a una lamentable información que circuló en la prensa internacional y nacional, el siete de enero del presente año: el periodista José Antonio Hernández, del periódico El País, uno de los más conocidos de Madrid, refiriéndose a las pandillas que proliferan en esa urbe, dijo entre otras cosas, que la pandilla Los Trinitarios dispone de de unos 400 miembros, se agrupan en actividades llamadas capítulos y los jefes se distinguen de los soldados porque se adornan con un collar rojo, blanco, azul y verde.
Explica el periodista que el azul significa para ellos “la patria y la libertad”, el blanco, “la bendición de Dios”, el verde el orgullo trinitario y el rojo “ el recuerdo de los compañeros de bandas caídos en las acciones”.
Más adelante dice que los trinitarios llevan 844 anillos y cuando se ven en las calles, se saludan “con la contraseña “amor de Patria” y “Dios, Patria y Libertad” en referencia al “creador del grupo, el dominicano Juan Pablo Duarte”. De la referida noticia podemos extraer lo relacionado con el nombre de La Trinitaria, el color de la bandera dominicana, en sus colores blanco, azul y rojo, la frase “Dios, Patria y Libertad” que aparece en el escudo nacional, los 844 anillos, como queriendo recordar la gloriosa fecha del 27 de febrero de 1844 y lo más lamentable, la referencia al patricio Juan Pablo Duarte señalándolo como el líder que fundó la pandilla organizada por algunos malos dominicanos, en Madrid, España.
Esta información, aunque creó alguna preocupación en nuestro país, ha pasado desapercibida para la mayoría y que se tenga noticia, el Estado dominicano no ha realizado la necesaria protesta, y menos la explicación en la que se ponga en claro la distorsión abusiva de nuestra historia y de los símbolos patrios.
Juan Pablo Duarte y Diez, no era un líder pandillero, era un joven hijo del español Juan José Duarte, comerciante, y de la dominicana Manuela Diez. Muy pronto mostró ser más inteligente que sus amigos más cercanos, llegando el cura José Antonio Bonilla, quien fue uno de sus maestros, a considerarlo un sabio. Desde pequeño estudió el francés y el idioma inglés, además de gramática, aritmética y teneduría de libros. Se le tiene como el primer contable de la República Dominicana.
Viajó a Europa aproximadamente en 1828, cuando sólo tenía 15 años, y visitó Estados Unidos, Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de Norteamérica. En España y los lugares que visitaba se iba compenetrando con las ideas y los principios de la libertad, la independencia y la soberanía de los pueblos.
Regresó a Santo Domingo en 1832 y ya en 1834 se encontraba estudiando matemáticas, dibujo y aprendiendo a tocar la flauta y la guitarra, actividades que combinaba con los contactos políticos que desembocaron en 1838 con la fundación de La Trinitaria.
La Trinitaria no es ni fue una pandilla juvenil, fue al contrario la organización clandestina independentista que más impulsó la lucha por la libertad y la constitución de una nación libre y soberana que desde 1844 se conoce como República Dominicana. Esta organización fue fundada por Juan Pablo Duarte junto a ocho compañeros más, y tuvo su origen el 16 de julio de 1838, en el período en que los dominicanos eran gobernados por el presidente haitiano Juan Pedro Boyer.
Los miembros de La Trinitaria los fueron Pedro Alejandrino Pina, Juan Isidro Pérez, Felipe Alfau, Benito González, Félix María Ruiz, Juan Nepumoceno Ravelo, Jacinto de la Concha y Juan Pablo Duarte. Otros trinitarios, entre los que se encontraban Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez, ingresaron al movimiento tiempo después. Los que integraban La Trinitaria eran muy jóvenes, siendo el de mayor edad Benito González, quien tenía 27 años y el más joven Pedro Alejandrino Pina, apenas con 18 años de edad. La tríada patriótica formada por Duarte, Mella y Sánchez tenían 25, 22 y 21 años respectivamente, en 1838.
Tal y como lo comenta José María Serra, uno de los fundadores, la organización que Juan Pablo Duarte tenía planeada estaría formada por nueve miembros fundadores, los que formarían bajo juramento una base triple de tres miembros cada una y sus fundadores se conocerían entre sí por seudónimos. Los toques de comunicación significarían confianza, sospecha, afirmación y negación, “de modo que al llamar un trinitario a otro que está en su cama, ya éste sabrá por el número y manera de los toques, si debe o no responder, si corre o no peligro”. Nadie que no fuera de los fundadores, aún siendo adepto, podría tener conocimiento de la existencia de la organización.
Los trinitarios eran identificados con colores y seudónimos: Duarte era Arístides y su color el azul, Benito González era Leonidas, Ravelo era Temistocles y Alfau se conocía como Simón. Los jóvenes partidarios de La Trinitaria, pero que no formaban parte del grupo principal constituido por los nueve, eran llamados “nominados” y entre ellos se encontraban Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella, y Tomás de la Concha.
En el juramento hecho por los nueve miembros de La Trinitaria, estaban sintetizados los propósitos de la organización : “En nombre de la Santísima, Augustísima e indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo por mi honor y mi conciencia, en nombre de nuestro Presidente, Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuatro encalmados rojos y azules atravesados por la cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los trinitarios por las palabras sacramentales, Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el Mundo, sí lo hago Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta y mis conocidos me castiguen el perjurio y la traición si los vendo”.
Para ayudar a concretizar el proyecto de nación delineado en aquel juramento, los trinitarios realizaban labores políticas y culturales. Las tareas políticas encaminadas a la expulsión de los haitianos, eran ejecutadas por La Trinitaria; para la labor patriótica, pero disimulada, los trinitarios crearon en 1840 la Sociedad La Filantrópica, en cuyas actividades se pronunciaban discursos políticos, presentaban obras dramáticas y actividades culturales, siempre con la vista puesta en la educación de la juventud en las ideas de la independencia.
De modo, que La Trinitaria no era una pandilla, sino una organización clandestina, formada por jóvenes, dirigidas por Juan Pablo Duarte y cuyo único propósito era la proclamación de la República Dominicana, la formación de un Estado libre, independiente y soberano.
De lo que se trataba era romper los lazos de dominación de los haitianos sobre el pueblo dominicano, teniendo bien claro que era del interés trinitario evitar que la nueva república fuera absorbida por los intereses de potencias extranjeras, especialmente de España, Francia y los Estados Unidos de Norteamérica.
Ahora bien, cuál fue la obra de La Trinitaria, que hace esta organización tan trascendental en la historia de la independencia dominicana?
Repasemos brevemente algunos de los acontecimientos, que previos a la fundación de la República Dominicana, fueron delineando las contradicciones entre los dominicanos y el gobierno haitiano:
El primer intento para conspiración que tuviera como objetivo la independencia del territorio dominicano, fue encabezado por José Núñez de Cáceres en 1821, quien encabezó el movimiento nacionalista que produjo, mediante un golpe de Estado militar, la Independencia Efímera.
El golpe de Estado se ejecutó y se instauró un gobierno independiente, por primera vez en la historia dominicana, aunque muy pronto sus líderes confirmaron que la base social que podía darle continuidad a la independencia, le había retirado su apoyo, debido a que las nuevas autoridades incumplieron el compromiso de proclamar la libertad de los negros esclavos y de igualar a los negros libres a la condición de ciudadanos, además fallaron en el interés de lograr el apoyo de la Gran Colombia, bajo la dirección de Simón Bolivar.
Mientras esto sucedía, importantes núcleos sociales del Cibao y de la frontera dominico-haitiana, estaban convencidos de que la única salida a la situación de crisis que se vivía desde 1810, era la de la unidad con Haití. Sectores importantes de la oligarquía esclavista y hatera veían en Haití el resurgimiento del mercado para su ganadería, mientras que los esclavos esperaban la abolición de la esclavitud, y los negros libertos y mulatos, esperaban adquirir la condición de ciudadanos.
Fue en el marco de esta contradicción y ante la imposibilidad del grupo de Núñez de Cáceres de integrarse a La Gran Colombia que lidereaba Simón Bolivar, que al líder del proyecto independentista no le quedó otra salida, que la de permitir la llegada del presidente de Haití, Juan Pedro Boyer, el 9 de febrero de 1822, dando inició a la dominación haitiana que va a terminar gracias a los trabajos políticos de La Trinitaria, veinte y dos años después, en 1844.
La Ocupación haitiana de Santo Domingo se efectuó en 1822, con la esperanza de todos los sectores dominicanos, de que con esa presencia el país podría dinamizar su economía y lograr niveles importantes de modernización. Mientras que el gobierno haitiano buscaba evitar las amenazas de Francia, que al parecer se preparaba para ocupar la parte española. Esa ocupación era vista como una amenaza a la independencia de la República de Haití.
Todo sugería que el flanco débil de la independencia haitiana era la parte oriental de la Isla. Tanto Francia como España ya habían entrado en una alianza ofensiva y defensiva en un "pacto que no dejaba de arrojar sospechas sobre un posible apoyo oficial del gobierno español para que Francia recuperara su perdida colonia." [1]
Mulatos que vivían en la parte española movían los ánimos a favor de la presencia de Boyer en Santo Domingo. “Este movimiento empezó a manifestarse públicamente el 18 de noviembre de 1821 encabezado por el comandante Andrés Amarantes, que “había jurado la Independencia en el despoblado de Veler fronterizo” a la parte haitiana.
En relación a la ocupación haitiana de Santo Domingo, los “ánimos de los dominicanos estaban divididos por lo menos en tres partidos: uno pro-haitiano, uno pro-colombiano y otro sinceramente hispano....” Entre los mulatos y los negros libres había descontento contra España. Como se sabe, de acuerdo con la constitución española había una diferencia radical entre los ciudadanos y el resto de la población española, “porque unos son libres otros libertos y otros ciudadanos”, y solamente podían adquirir esta última condición, que permitía “obtener empleos municipales, y elegir para ellos según los casos, aquellas personas que solicitaran y merecieran una Carta de ciudadanía. Los hombres libres y los libertos, sean pardos, sean morenos, son Españoles, pero no ciudadanos… y los esclavos ni son españoles ni Ciudadanos.” [2]
“Boyer, una vez tomó posición de la parte del Este decretó la abolición de la esclavitud y prometió tierras a todos los libertos para que al salir del tutelaje de sus amos pudieran dedicarse a vivir libremente de la agricultura en parcelas propias donadas por el Estado”. [3] Los esclavos que se emanciparon de sus amos, se incorporaron a las filas del ejército haitiano, para cuyo efecto se creó un nuevo batallón, el llamado Batallón 32, junto con el de morenos libres que comandaba el Coronel Pablo Alí, llamado Batallón 31. Estos constituyeron la fuerza militar principal encargada de la seguridad de la parte dominicana.
Aunque una parte importante de los dominicanos se adaptó a los propósitos haitianos, muy pronto sectores de la sociedad dominicana comenzaron a resentirse de la presencia haitiana y de las medidas económicas y jurídicas que estos comenzaron a imponer, vulnerando intereses adquiridos.
Desde el inicio de la Ocupación Haitiana, la iglesia en su más alta jerarquía se vio enfrentada con el gobierno de Boyer. En 1930 el Arzobispo Valera informó haber sufrido de parte del gobierno haitiano “desprecios, ultrajes y vejaciones” y lo acusó de llegar hasta el extremo de intentar asesinarlo. [4]
“El Arzobispo (…) no supo ocultar su disgusto frente a la política de nacionalización de las propiedades eclesiásticas, y mucho menos frente a la orden de Boyer del 5 de enero de 1823, suspendiendo el pago de los sueldos que tanto él como los otros miembros del cabildo eclesiástico recibían de manos del Estado”.[5].
En 1824 se efectuaron reuniones para conspirar contra el gobierno haitiano, encabezadas por Baltazar de Nova y el cura de Los Alcarrizos Pedro González. "Esta conspiración fue denunciada al gobernador Borgella por algún individuo de tendencia pro-haitiana, pues se sabia que la conspiración de Los Alcarrizos tenía por finalidad levantar la parte del Este contra los haitianos y tornarla de nuevo al tutelaje de España”
Uno de los problemas que enfrentó a la Iglesia y sectores campesinos al gobierno de Boyer fue la implementación del Código Agrario de 1826: Este código contenía las leyes que estaban encaminadas a reorganizar la economía agrícola de Haití, partiendo del principio de que el trabajo de los campesinos en las plantaciones era obligatorio y nadie podría eludirlo sin ser castigado. El Código estableció que nadie que no fuera funcionario del gobierno o tuviera una profesión reconocida podía dejar de trabajar la tierra ni abandonar el predio donde vivía. [6]
Otros aspectos que enturbiaban las relaciones entre los haitianos y dominicanos estaban relacionados con el pago a Francia por la independencia haitiana de 1804. Los dominicanos debían ayudar a ese propósito aportando aproximadamente medio millón de gourde, lo que produjo protestas y descontento. También provocó malestar el cierre de la Universidad en 1823 y los intentos de transformar la cultura de los dominicanos, a través de la imposición del idioma francés como lengua oficial. Junto a estas medidas, resultó negativo para los dominicanos los cambios en el régimen de la tierra y la aplicación de los códigos franceses en sustitución a los que históricamente habían normado la vida jurídica de la parte española de la Isla.
Esas medidas y la política dictatorial del régimen de Boyer, van a provocar, a finales de la década del treinta del siglo XIX, las condiciones para la formación de un núcleo importante de jóvenes de la capital de Santo Domingo y de la región Sur, que perseguían la separación de Haití y la creación de un país libre y soberano. El principal esfuerzo en la lucha contra la presencia haitiana en Santo Domingo y a favor de la Independencia Nacional, lo aportó la organización creada por Juan Pablo Duarte : La Trinitaria.
Pero un grave peligro amenazaba los intereses de los jóvenes independentistas. La idea de malos dominicanos de separarnos de Haití para lograr la anexión o el protectorado de Francia, España o de otras potencias de la época, cobraba de nuevo calor y "andaba como vergonzante insinuándose". “En contraposición de estos trabajos, los de los Trinitarios habían sido tan activos y llevados con tanta discreción, que fuera del corto número de anexionistas y proteccionistas bien conocido ya, no había un solo individuo que, al hablar español, no estuviera dispuesto a combatir con las armas en las manos, la dominación haitiana. Los afrancesados optimistas por sus combinaciones con el cónsul general de Francia en Puerto Príncipe, de quien tenían la seguridad de que su gobierno apoyaría todo movimiento revolucionario que declarara la voluntad del pueblo de avenirse a Francia, propusieron el 25 de abril de 1844 para proclamar la separación de Haití.
Aunque no todos perseguían el mismo fin que los trinitarios de proclamar una nación libre, independiente y soberana, todos coincidían en la Separación, ideas que se fortalecieron cuando la oposición de los liberales haitianos crearon en septiembre de 1842 la Sociedad de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y después de haber realizado una importante reunión en Les cayes, lanzaron un llamado en el que denunciaban el malestar que existía en el país.
El manifiesto denunciaba el estado deplorable de la sociedad, los problemas administrativos, los poderes ilimitados que el congreso había dado a Boyer, la miseria que afectaba a los habitantes de Haití, el pago de los derechos de aduana en monedas extranjeras, la falta de empleos para los más capacitados, así como los empleos en manos de incapacitados y corruptos.
El líder militar de este movimiento lo fue Charles Herard, quien era jefe del Batallón del Regimiento de Artillería de Les Cayes. El 21 de noviembre de 1842 todo estaba listo para iniciar la revuelta contra Boyer, y los trinitarios, informados de la situación haitiana, gestionaron contactos con los liberales haitianos, quienes ya habían enviado a M. Benoit a Santo Domingo a reunirse con los liberales haitianos que vivían allí. Mella fue a Les Cayes, donde conocía los conspiradores, llegando allí el 26 de enero de 1843 y logró combinar los movimientos de Haití con el que se estaba preparando en Santo Domingo, regresando apresuradamente pues se iniciaban las movilizaciones militares en Haití para deponer a Boyer.
El 27 de enero comenzó la lucha contra Boyer en la finca de Praslin que pertenecía a Charles Herard. El 13 de marzo de 1843, Boyer y sus familiares se marcharon al exilio. Para los haitianos había terminado la dictadura, pero para los dominicanos se mantenía la dominación haitiana.
Fue el 24 de marzo que los dominicanos que estaban combinados en la revuelta reformista se enteraron del derrocamiento de Boyer, señal para que “los grupos políticos de oposición se pusieran en movimiento y se lanzaran a las calles gritando vivas a la independencia y la Reforma. En poco tiempo se formó una turba de revolucionarios encabezados por el comerciante Juan Pablo Duarte.” [7]
Los conspiradores lograron reunir unos 2,000 hombres con los que se presentaron a la puerta de Santo Domingo, pero ya el gobernador haitiano General Carrié había sido obligado por los comerciantes y funcionarios, el día 26 de marzo, a reconocer el gobierno provisional revolucionario de Puerto Príncipe.
Carrié entregó la plaza el 30 de marzo a una Junta Popular formada por los cabecillas de la revuelta y se formaron comités populares para defender el movimiento de la Reforma. Fueron celebradas elecciones, saliendo favorecidos los dominicanos independentistas lo que alertó al nuevo gobierno haitiano, que de inmediato se propuso aniquilar el movimiento antes de que este ganara fuerza. La presencia del ejército haitiano y la persecución contra los separatistas, especialmente de los trinitarios, provocó el ocultamiento de muchos y la salida al exterior de otros, entre ellos Juan Pablo Duarte. Sin embargo, las tareas iniciada sen 1838 por La Trinitaria continuó, viéndose los trinitarios en la pertinencia de tener que adelantar sus planes para proclamar la independencia antes que los antinacionales lo hicieran, escogiendo el 20 de febrero como el día en que el país debía quedar separado de Haití y proclamarse libre y soberano.
Entonces los trinitarios redactaron y pusieron a circular el “Manifiesto de los pueblos de la parte Este de la Isla antes española o de Santo Domingo sobre las causas de su separación de la República Haitiana” (16 de enero de 1844), en el que se planteaba, entre otras cosas, lo siguiente: 1) “Cuando en febrero de 1822 la parte oriental de la isla, cediendo sólo a la fuerza de las circunstancias, no se negó a recibir el ejército del general Boyer, que como amigo traspasó el límite de una y otra parte”, 2) Ningún dominicano lo recibió entonces sin dar muestras del deseo de simpatizar con sus nuevos conciudadanos, la parte más sencilla de los pueblos que iba ocupando, saliéndole el encuentro, pensó encontrar en el que acababa de recibir en el Norte el título de Pacificador, la protección que tan hipócritamente había prometido”, 3) Que “por medio de su sistema desorganizador y maquiavélico obligó a que emigrasen las principales y más ricas familias y con ellas el talento, las riquezas, el comercio y la agricultura, alejó de su consejo y de los principales empleos a los hombres que hubieren podido representar los derechos de sus conciudadanos, pedir el remedio de los males y manifestar las verdaderas exigencias de la Patria”, 4) Que el gobierno haitiano “destruyó la agricultura y el comercio, despojó las iglesias de sus riquezas, atropelló y ajó con vilipendio a los ministros de la religión, les quitó sus rentas y derechos, y por su abandono dejó caer en total ruina los edificios públicos.”, 5) Prohibió la comunidad de los terrenos comuneros, que en virtud de convenios y por utilidad y necesidad de las familias se habían conservado desde el descubrimiento de la isla”. Y 6) “Obligó a pagar una deuda que no habían contraído con los de la parte occidental, que aprovecharon bienes ajenos”
El día definitivo para la proclamación de la República fue el 27 de febrero a las 11 de las noches, proclamación realizada exclusivamente por los miembros de La Trinitaria en la Puerta de la Misericordia. Había surgido una nueva nacionalidad, aunque una parte importante de los que participaron en aquel acontecimiento no tenían fe en el proyecto de los trinitarios, que era el de tomar el control del naciente Estado bajo su dirección y crear una nación libre y soberana.
Proclamada la República Dominicana aquel 27 de Febrero, se iniciaba el proceso para la constitución del Estado dominicano. Juan Pablo Duarte y los trinitarios habían logrado cumplir con su primer objetivo que era la expulsión de los haitianos del territorio dominicano, ahora el próximo paso era cooperar con la formación de la nación dominicana.
Para ese fin, el patricio Juan Pablo Duarte redactó un proyecto de constitución en el que estaban plasmados los conceptos democráticos, éticos, morales y político de La Trinitaria: la formación de un país donde la religión católica fuera la determinante, pero tolerante de todas las creencias religiosas. Se repudiaba la oligarquía y el latifundio y se establecía en él, que la ley era la regla a la cual todos los dominicanos debían acomodar sus actos, tanto los gobernados como los gobernantes.
El proyecto de Duarte promovía el poder municipal, además de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial y dejaba establecido que “siendo la independencia nacional la fuente y garantía de las libertades patrias, la Ley suprema del pueblo dominicano es y será siempre su existencia política como nación libre e independiente de toda dominación extranjera.
Y se establecía, que son dominicanos los que obtienen esta cualidad o por nacimiento o por haber obtenido del gobierno cedula de nacionalidad con arreglo a la ley, incluyendo entre los ciudadanos dominicanos los nacidos de padres o madres dominicanos, los hijos de extranjeros nacidos en el país y todos los extranjeros naturalizados.
El gobierno que soñó Juan Pablo Duarte tenía que ser popular en cuanto a su origen, electivo en cuanto al modo de organizarse, representativo en cuanto al sistema, republicano en su esencia y responsable en sus actos.
Lamentablemente, los acontecimientos posteriores a la proclamación de la independencia impidieron hacer realidad este último aporte de los trinitarios, pero queda bien claro que ni La Trinitaria era una pandilla juvenil, ni Juan Pablo Duarte un delincuente como inexplicablemente lo quieren presentar algunos españoles. La Trinitaria y Duarte sintetizan y simbolizan la República Dominicana. Muchas gracias.