ERCILIA PEPÍN: SÍMBOLO DOMINICANIDAD








ERCILIA PEPÍN: EL SÍMBOLO DE UNA EDUCADORA

Por: Alejandro Paulino Ramos

(Tomado de: Alejandro Paulino Ramos, "Vida y obra de Ercilia Pepín", Santo Domingo, Archivo General de la Nación, 2007). Las fotos que aparecen más arriba: 1) Ercilia Pepín, 2) El sepelio de Ercilia Pepín mientra salían del pueblo de Santiago hacia el Cementerio Municipal, 3) Manifestación de duelo cuando el sepelio se dirigía al campo santo, 4) Libro de Alejandro Paulino Ramos sobre la vida y obra de la insigne educadora.

Ercilia Pepín falleció el 14 de junio de 1939, a la corta edad de 53 años. Su vida, sintetizada en más de medio siglo de dedicación y consagración al culto de la patria, la superación de la mujer y el desarrollo de la escuela, se puede conjurar en una sola palabra ¡Dominicanidad!

Heredera indiscutible del pensamiento nacionalista del Patricio Juan Pablo Duarte; sus principios morales y patrióticos se definieron en la fuente inagotable de la enseñanza de Eugenio María de Hostos y Salvador Cucurullo. Ellos fueron la luz que le iluminó el camino de la construcción de la Patria, su única y gran obra. Porques u vida, desarrollada en los más diversos sectores de la sociedad, estuvo exclusivamente encaminada a la formación, desarrollo y preservación de la República Dominicana. Por esta razón, al hacer las conclusiones de esta obra, se hace tan difícil hablar por separado de la Ercilia educadora, civilista, feminista y patriota.

LA EDUCADORA

En el desempeño de sus funciones como profesora de varias escuelas a principio de siglo xx, le tocó ser directora de la Escuela de Nibaje en 1901, directora de la Escuela María López, en 1904; directora de la Escuela Santa Ercilia en 1906 y luego, en el mismo año, nombrada directora nuevamente de la María López.

En 1920 alcanzó la dirección del Colegio Superior de Señoritas, al que ingresó en 1908 como profesora.

Introdujo el trato de “usted” y “señorita” entre las alumnas y sus profesoras, y entre ellas mismas; introdujo el uniforme escolar y reformó los programas y métodos pedagógicos de entonces. Fue la primera y más importante educadora de Santiago de los Caballeros.

LA CIVILISTA

Desde 1900 hasta el día de su muerte fue una defensora de la libertad, el derecho y de las causas más nobles de su Santiago y la República; inspirada en su herencia nacionalista fue la única mujer de este siglo que enseñó a venerar el Himno Nacional, la Bandera, las fechas patrias, los héroes y los mártires, siempre con el objetivo de que el ejemplo de cada homenaje o exaltación, sirviera para ir construyendo en los dominicanos su conciencia de la Patria.

LA ESTUDIANTE

Aunque ella fue la que primero aplicó en Santiago los métodos educativos hostosianos, sus principales estudios los realizó con don Salvador Cucurullo y Ricardo Ramírez, los cuales introdujeron las ideas de Hostos en Santiago de los Caballeros.

LA FEMINISTA

Ercilia Pepín fue a primera mujer en la región del Cibao y posiblemente en la República, en defender desde su juventud los derechos de la mujer. Sus principios feministas fueron más frutos de su propia reflexión que de la influencia de otras experiencias extranjeras como sucedió con algunas otras. Esos principios estuvieron cimentados en la enseñanzas de Hostos y en comparación con los que presentaba el movimiento, los de ella eran de los más radicales. Sus principales conferencias versaron siempre sobre la igualdad de la mujer y el hombre.

LA PATRIOTA

Hasta su muerte, Ercilia Pepín mantuvo una posición de radical nacionalismo que la llevó no solamente a defender la República Dominicana contra la penetración extranjera, sino que fue capaz de defender la soberanía de América Latina. Su labor nacionalista más intensa la desarrolló durante todo el período de la intervención militar norteamericana (1916-1924).

LA MUJER

Como mujer, como hermana y amiga, nunca ofendió ni insultó a sus semejantes. Amiga leal, sabía perdonar hasta las más rabiosas ofensas. Por eso, y porque su nombre sintetiza el más puro ideal de la dominicanidad y patriotismo, Ercilia es y será la Primera Mujer Dominicana.

LA MUERTE DE UNA GRAN DOMINICANA

La insigne educadora de Santiago se mantuvo por más de 30 años al servicio de la educación y la sociedad de Santiago. Al iniciarse la dictadura de Rafael L. Trujillo, en 1930, comenzó su calvario: cancelada de la dirección del Colegio de Señorita, fue señalada como enemiga del régimen. La Soledad y el hambre impuesta por la tiranía no aminoró su vocación patriótica, pero una grave enfermedad la amenazaba y la llevaba a la muerte.

La enfermedad renal que la aquejaba se agravó a principios de 1939. Contra la dolencia fueron inútiles los recursos facilitados a partir de 1938, cuando el dictador, sabiendo que ya se acercaba el fin, quiso mostrarse ante la población como humanitario. Su cuerpo se fue consumiendo en una impotencia física que, sin embargo, no impidió que su alma y su mente continuaran trabajando por el bien de su comunidad. Meses antes había escrito, tal vez, su último trabajo: “La función patriótica de la Escuela”.

Pero además, y esto permite valorar la firmeza de carácter de Ercilia Pepín, cuando estuvo segura de lo inevitable de su muerte, diseñó ella misma el mausoleo donde reposarían sus restos. La construcción del mismo fue dirigida por Rafael Aguayo, y el presupuesto solicitado por ella, a la Fabrica de Mosaicos de J. A. Tavares, ascendió a los setenta y dos pesos. Cuando sólo faltaban algunos días para su muerte, hizo que sus familiares la condujeran hasta el Cementerio Municipal, para supervisar si el panteón había quedado como ella dispuso. El panteón de Ercilia, construido muy próximo a la entrada del cementerio, no era ni rico, ni pobre, “al pasar por los espesos cristales del mausoleo diseñado por ella misma, la luz del sol se convierte en una cruz resplandeciente e intangible y todo se envuelve en la cristiana claridad de su espíritu”.

A partir del mes de mayo de 1939, la insigne educadora agonizaba entre la vida y la muerte. Días de angustias terribles estremecían los corazones de la familia Pepín y sus más cercanas amistades. Su muerte era inminente, provocando que sus amigos escritores testimoniaran en periódicos y revistas lo que estaban sintiendo.

Un mes después, cuando su voluntad y amor por la vida se derrumbaron bajo el peso inmenso de doce años de sufrimientos y luchas por preservar su salud, dejó de existir en Santiago de los Caballeros, el miércoles 14 de junio a las tres de la tarde, la madre espiritual de Santiago, la Señorita Ercilia Pepín.

La noticia se expandió por las calles, barrios y pueblos de la República, consternando a sus amigos y admiradores. Su traslado al camposanto (véase las fotografías del sepelio), fue testimonio inequívoco del amor que sentía el pueblo por la educadora.

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